De hecho, la convivencia en un pueblo tiene mucha más interacciones entre los individuos que forman esa sociedad, lo que te lleva a tener mas vida propia -el roce hace el cariño-, mientras que en la ciudad el roce es con nuestro coche, nuestro iPod, nuestro teléfono móvil, etc.
Por esto, desde siempre he deseado tener un huerto y cuando me mudé, en el año 2003, a la nueva casa fue lo primero que procuré: MI HUERTO.
No estuvo exento de tiras y aflojas con el resto de la familia ya que yo buscaba un sitio soleado (no en medio, pero soleado) mientras que el resto de la familia se decantó por la discreción, ante todo. Al final, conseguí un terrenito, en una esquina trasera de la parcela, de unos 20 metros cuadrados. Posteriormente conseguí expropiar otra tira de terreno consiguiendo juntar 25 metros cuadrados.
En estos años hemos conseguido buenas cosechas, sobre todo al principio, debido a la ilusión y la falta de Lucky, el perro de casa, que por intentar atrapar los pájaros que visitan el huerto se lo lleva todo por delante.
En fín, esperemos que este año sea bueno, aunque sólo sea en el huerto
Aquí os dejo unas fotos de las plantas creciendo y empezando a dar frutos.
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