jueves, 4 de abril de 2013

La desafección.

Normalmente, en la vida, hay momentos y momentos. Momentos buenos y malos, momentos en los que nos encontramos arropados y momentos en los que no lo estamos tanto. De subidon, o de bajon. De ...., de todo.

Pero quiero centrarme en esos momentos, no tan buenos, en los que nos encontramos solos, de bajón, desganados y vemos que nuestro entorno no nos hace caso o, al menos, no nos hace todo el caso que antes nos hacía. Es en esos momentos cuando desde el interior, instintivamente, no nos sale mirar hacia ahí, para buscar las causas de esta situación, tendemos a buscar los culpables fuera -que puede ser que lo estén- pero lo más normal es que todo provenga del interior y, con el tiempo, se proyecte al exterior, que es cuando vemos los efectos. Por lo tanto, no podemos culpabilizar a los efectos debiéndo buscar las causas de esos efectos para poder resolver el problema.

Esta reflexión viene a cuento de un magnífico artículo que ha escrito Meli Galarza sobre la la militancia de los partidos políticos y la desafección de ésta, y de la ciudadanía, apareciendo en escena las críticas públicas de los primeros a sus partidos. Vaya por delante que yo pienso como ella, que los partidos políticos deben ser una de las herramientas fundamentales para articular la democracia pero no estos partidos que tenemos, unos partidos que necesitan refundarse democraticamente, y no reformarse como apunta en el artículo. Y si hemos llegado a esta situación "de militancia no sentida y asumida", ha sido por la falta de democracia de los partidos y la no apertura de puertas y ventanas en los mismos que han llevado a los militantes a la desidia. Se les puede culpar de no tener aguante pero creo que mucho han aguantado hasta llegar a esta situación.

Recién nacida la democracia española, en el año 1978, se aprobaron una serie de medidas y legislaciones tendentes, todas ellas, a tutorizar a la población española, que venía de unos cuantos "añitos" de dictadura. Como quiera que la población no estaba preparada para el futuro que se nos abría, los Partidos Políticos se nombraron tutores de la voluntad popular, diciéndonos, en cada momento, lo que debíamos hacer y votar.

Por otro lado, se elabora una legislación electoral "ad hoc", que permitía estabilidades de gobierno muy fuertes sin grandes exigencias. Cuestión de alabar, si tenemos en cuenta los movivmientos que había para desestabilizar la democracia, e incluso un frustrado golpe de estado que, sin esa estabilidad incial, pudiéra haber dado al traste con esa incipiente democracia.

Pero esa misma fortaleza inicial permitió a los partidos políticos (porque es natural hacer uso de esa fortaleza que te ofrecen) repartir puestos "por doquier" y a crear cuantos puestos estimara oportunos para poder seguir repartiéndolos a "su antojo". Con esto comenzaron a preocuparse más por su propio futuro, su asentamiento y su consolidación, que por el futuro de los ciudadanos y consumándose, así, el fortalecimento y blindaje de los cargos de los partidos políticos en lugar de el crecimiento de lo común (Los dirigentes actuales llevan más de treinta años en la política). Así, construyeron dentro de los partidos un entramado servil y sumiso, poco democrático donde no había cabida para la crítica interna (acuérdense de la famosa frase de Guerra: "El que se mueva, no sale en la foto") y, de ahí hasta nuestros días, se fueron desangrando, provocando un proceso endogámico, que es donde nos encontramos hoy en día.

Y es tal la endogamia que hay en los partidos que, aunque aparecen caras nuevas, gentes nuevas, cargos nuevos, etc. realmente, no hay nada nuevo puesto que, todo lo que asoma, se ha plantado, regado, abonado y mimado desde pequeñitos en los invernaderos del partido (cachorros de los partidos), por lo que saben a quién seguir y obedecer, sin necesidad de plantearse si es lo correcto o no. Simplemente hacer lo que te digan. Y eso, no es militancia.

Así, la militancia, harta de renunciar a todo por nada, ha dejado de reconocer en la organización actual el partido al que se afilió, dejando de sentir aquello que le llevó a militar y ha  encotrado, en las redes sociales, una nueva vía de expresión, fuera de las estructuras controladas por los partidos, para poder expresarse sin la "sordina" que les imponen desde dentro. Estas redes, que permiten expresarse a los militantes y ciudadanos de a pie, son las que temen los partidos puesto que escapan a su control y, por ello, no las apoyan decididamente pero son conscientes que tampoco pueden dejar de estar en ellas y de alabar sus bondades.

Desde mi punto de vista, lo que la militancia y la ciudadanía busca, es una democratización Sí, o Sí, de los partidos políticos y una apertura a la sociedad aprovechando la facilidad que dan las nuevas tecnologías, en participación y apoyo, cambiando la tutorización de la voluntad popular (buena en sus inicios) por la gestión eficaz de los intereses de los ciudadanos, de una forma democrática. De producirse esta democratización, se retornará a las militancias sentidas, participativas, al ejercicio continuado del deber de decir y del derecho a no callar que es, en definitiva, lo que falta a día de hoy. Y así, sí puedes renunciar a una parte de tu ser, en favor de tu partido.

¿A alguien le extraña la desafección, de los ciudadanos y los militantes, a los partidos?
¿Creen Uds. que los dirigentes de los partidos no saben cuál es el camino a emprender para corregirlo?
¿Habrá llegado el momento de que los partidos políticos renuncien a esa fortaleza y se democraticen?
¿Aprovecharán la posibilidad de democratización que aportan las nuevas tecnologías?
Esperemos que sí, porque el que va a llegar, es ¡SEGURO!

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