sábado, 13 de mayo de 2017

¿Por qué?

Siempre recuerdo a mi Padre explicándome lo inútil de una norma cuando sea ha impuesto para no ser cumplida. Esto es debido a que se dan dos procesos en la mente humana:

- por un lado, la impunidad que resulta al no respetar una norma y no ser sancionado por ello.
- por otro, y el más grave, que induce a saltarse otras normas que sí resultan necesarias e imprescindibles para la convivencia.

Ya más mayorcito, y estudiando la carrera en Madrid, mi profesor de Ingeniería de Tráfico (Sandro Rocchi Boccarelli) insistía mucho en las señales inútiles que se colocan en las carreteras, sobre todo las de prohibición y limitación. ¿Saben por qué? Sí, efectivamente, por esos dos mismos motivos y volviendo a hacer hincapié en el segundo de ellos.

"Porque induce a saltarse otras señales que sí deberíamos haber respetado."

Por lo tanto, si vivimos en sociedad, debemos regirnos por normas, que implantamos nosotros mismos. Por lo tanto,  procuremos que las normas que nos impongamos sean de obligado cumplimiento y exijamos, a los que tiene la competencia de su vigilancia, a que la ejerzan y sancionen a aquellos que las incumplan.

Por el contrario, si detectamos que una norma no nos interesa, se ha quedado obsoleta, queremos hacer negocios de otras maneras, etc. no dejemos eliminemos esas normas que nos molestan, pero no dejemos que se incumplan impunemente porque, a la larga, se incumplirán muchas más normas con lo que haremos la convivencia imposible.

Pues bien, a todos aquellos que me preguntan:
- ¿Por qué protestas tanto?
Yo les contesto:
- Porque no quiero una sociedad donde la convivencia sea imposible. 

Y todo empieza siempre por incumplir alguna norma absurda o intrascendente, sobre todo para los que las incumplen y mucho más, cuando los efectos del incumplimiento no les afectan a ellos.

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