Siempre que llegan estas fechas estamos a vueltas con las loterías y lo tontos que somos por no comprar lotería de fulanito, de menganito, etc. ¡Que sí, que tocaaaa!
Y, efectivamente, a alguien le toca pero que ese alguien seas tú, eso es otro Cantar
Los boletos reciben el nombre de décimos porque vienen agrupados en dos tiras de cinco, llamadas billetes. Es decir un billete = 10 décimos. De cada número se emiten series, es decir, cada billete tiene su número de serie. La emisión es de 50 series de 100.000 billetes cada una (del 00000 al 99999), al precio de 200 euros el billete, dividido en décimos de 20 euros. El total de la emisión asciende a 1.000 millones de euros, de los cuales se destina a premios el 70 % de la emisión (700 millones de euros), teniendo un atractivo programa de premios, ya que reparte un total de 37.812 premios por serie. El 30% restante se destina al pago de comisiones a los puntos de venta (3,70%), a gastos de administración y al Tesoro Público (aproximadamente el 22%) (Fuente: Wikipedia).
Mi padre, me explicó lo de la lotería de la siguiente manera:
Si eliges un número, la probabilidad de que ese numero salga (si no están trucadas las bolas, es decir, que todos los numeros tengan la misma probabilidad) es de 1/100.000. Traducido a algo físico es como si compramos 100.000 cajas de cerillas vacías y sólo llenamos una caja con cerillas. La probabilidad de que salga tu número es la misma que la de elegir la caja de cerillas que está llena de las 100.000 que hemos puesto.
Llevado al terreno, si cada caja de cerillas tiene cuatro centímetros, necesitaremos 25 cajas por cada metro y 25.000 por cada kilómetro. Es decir, podríamos colocar cajas de cerillas, una detrás de otra, a lo largo de cuatro kilómetros. Comenzarías a caminar y tedrías que elegir la caja que tiene cerilla.
La probabilidad de no tener cerillas es, casi, la misma cogiendo una caja, de los cuatro kilómetros, que quedándote tomando una cerveza.
Pero aún así, toca.
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